Ecologistas en Acción de La Sagra quiere matizar las informaciones sobre las llamadas zonas verdes de las que se vanaglorian los ayuntamientos para intentar demostrar que están por el desarrollo sostenible. Constatamos que la mayoría de las veces es una falacia.
Los parques y jardines que se crean al socaire de las urbanizaciones y crecimiento de nuestros pueblos son la mayoría de las veces espacios con grandes extensiones de césped, con zonas de flores de quita y pon, con árboles y arbustos foráneos que sólo tienen un valor ornamental, muy lejos de lo que es un espacio natural con flora y fauna autóctonas, estables, en dónde se favorezca la biodiversidad y una mínima cadena trófica y se garantice un consumo de agua responsable y coherente.
El parque fluvial de Viñuelas inaugurado hace unos días en Illescas es un ejemplo de destrucción del ecosistema que allí existía. Las riberas del cauce natural de los arroyos se han “urbanizado” con cemento y piedras, se ha sembrado césped y lo que era un espacio natural silvestre (eso sí, deteriorado por la dejación de las autoridades) se ha convertido en un parque artificial.
Algo así pretenden hacer con el arroyo de Boadilla, también en Illescas, al hilo de las decenas de miles de viviendas que se quieren construir en sus alrededores.
Algo similar podemos ver en el Parque Juan Pablo II de Ugena, inaugurado en estos días. Allí se ha creado un arroyo y lago artificiales junto al arroyo del Pradillo, arroyo que unos 800 metros más arriba se ha enterrado o canalizado su cauce y se ha construido encima un colegio y más jardines.
El parque Juan Pablo II es un espacio de recreo de más de 50.000 m2, de los cuales demasiados son de césped. La flora y fauna autóctonas del arroyo se desprecian y se ajardina los alrededores; el consumo de agua previsto es desmesurado y se une al de otras grandes extensiones de césped (entrada del pueblo, parque de las Higueras) de la localidad.
En Carranque, aunque también en Illescas, Ugena y prácticamente todos los pueblos de La Sagra, la dinámica es la misma: zonas de césped con escasa vegetación autóctona y despreocupación por los espacios naturales con gran biodiversidad y valor ecológico.
Ecologistas en Acción de La Sagra no niega que estos parques están muy bonitos y seguro que los ciudadanos-as podemos disfrutarlos, pero no pueden presentarse como actuaciones de desarrollo sostenible por las siguientes razones:
. Son grandes consumidores de agua y energía. Todas estas zonas de césped juntas equivalen a las extensiones de los campos de golf.
. Han destruido, en muchos casos, biotopos y/o riberas fluviales sustituyéndolos por monocultivos de césped, árboles, arbustos y flores ornamentales e incluso hormigón, con lo que ello implica para la biodiversidad de los ecosistemas, la fauna, y las cadenas tróficas originales.
. El uso (y abuso) de pesticidas los convierte en zonas contaminadas y contaminantes.
. La vegetación plantada no es autóctona en la mayoría de los casos.
. Por todas estas razones son zonas insostenibles y contribuyen, por tanto, al cambio climático.
Ecologistas en Acción de La Sagra propone ser más respetuosos con los biotopos que existen en nuestra comarca (olivares, riberas, zonas esteparias y cerealistas, retamales, …) intentando conservarlos y recuperarlos con criterios ecológicos. Así mismo pide a los ayuntamientos que utilicen el término desarrollo sostenible adecuadamente, sin confundir a la población. Deberían saber que no es lo mismo la jardinería que la ecología.
Los parques y jardines que se crean al socaire de las urbanizaciones y crecimiento de nuestros pueblos son la mayoría de las veces espacios con grandes extensiones de césped, con zonas de flores de quita y pon, con árboles y arbustos foráneos que sólo tienen un valor ornamental, muy lejos de lo que es un espacio natural con flora y fauna autóctonas, estables, en dónde se favorezca la biodiversidad y una mínima cadena trófica y se garantice un consumo de agua responsable y coherente.
El parque fluvial de Viñuelas inaugurado hace unos días en Illescas es un ejemplo de destrucción del ecosistema que allí existía. Las riberas del cauce natural de los arroyos se han “urbanizado” con cemento y piedras, se ha sembrado césped y lo que era un espacio natural silvestre (eso sí, deteriorado por la dejación de las autoridades) se ha convertido en un parque artificial.
Algo así pretenden hacer con el arroyo de Boadilla, también en Illescas, al hilo de las decenas de miles de viviendas que se quieren construir en sus alrededores.
Algo similar podemos ver en el Parque Juan Pablo II de Ugena, inaugurado en estos días. Allí se ha creado un arroyo y lago artificiales junto al arroyo del Pradillo, arroyo que unos 800 metros más arriba se ha enterrado o canalizado su cauce y se ha construido encima un colegio y más jardines.
El parque Juan Pablo II es un espacio de recreo de más de 50.000 m2, de los cuales demasiados son de césped. La flora y fauna autóctonas del arroyo se desprecian y se ajardina los alrededores; el consumo de agua previsto es desmesurado y se une al de otras grandes extensiones de césped (entrada del pueblo, parque de las Higueras) de la localidad.
En Carranque, aunque también en Illescas, Ugena y prácticamente todos los pueblos de La Sagra, la dinámica es la misma: zonas de césped con escasa vegetación autóctona y despreocupación por los espacios naturales con gran biodiversidad y valor ecológico.
Ecologistas en Acción de La Sagra no niega que estos parques están muy bonitos y seguro que los ciudadanos-as podemos disfrutarlos, pero no pueden presentarse como actuaciones de desarrollo sostenible por las siguientes razones:
. Son grandes consumidores de agua y energía. Todas estas zonas de césped juntas equivalen a las extensiones de los campos de golf.
. Han destruido, en muchos casos, biotopos y/o riberas fluviales sustituyéndolos por monocultivos de césped, árboles, arbustos y flores ornamentales e incluso hormigón, con lo que ello implica para la biodiversidad de los ecosistemas, la fauna, y las cadenas tróficas originales.
. El uso (y abuso) de pesticidas los convierte en zonas contaminadas y contaminantes.
. La vegetación plantada no es autóctona en la mayoría de los casos.
. Por todas estas razones son zonas insostenibles y contribuyen, por tanto, al cambio climático.
Ecologistas en Acción de La Sagra propone ser más respetuosos con los biotopos que existen en nuestra comarca (olivares, riberas, zonas esteparias y cerealistas, retamales, …) intentando conservarlos y recuperarlos con criterios ecológicos. Así mismo pide a los ayuntamientos que utilicen el término desarrollo sostenible adecuadamente, sin confundir a la población. Deberían saber que no es lo mismo la jardinería que la ecología.
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