En el término municipal de Illescas(Toledo) existe una zona protegida por su valor ecológico según las NNSS de 1998 que ahora se pretende desproteger para construir viviendas. Son más de 700.000 m2 de una gran biodiversidad. El arroyo de Boadilla, que en la parte norte del sector E-San Pedro recibe al arroyo del Pradillo y éste, un poco más al norte, al arroyo del Palo, está rodeado de zonas cerealistas-esteparias y olivares. Se da, pues, una relevante circunstancia que, al igual que en otras zonas de La Sagra, se denomina en términos ecológicos, “efecto de borde”. Esta peculiaridad ecológica supone una extraordinaria presencia de especies, pues a las ya habituales de los campos cultivados, y zonas húmedas de ribera hay que sumar aquellas otras que utilizan la masa arbórea y arbustiva (incluyendo los olivares) para su supervivencia.
La pirámide ecológica es aquí muy amplia: Los productores primarios (plantas) están formados por el olmo, el chopo, el abedul, el sauce, el almendro, el taray, el rosal silvestre, el majuelo, la retama, la zarza, el junco, las cañas, el carrizo, la espadaña, la esparraguera, las herbáceas (especialmente gramíneas) y, por supuesto, el olivo. Estas plantas permiten crear una cubierta vegetal rica en materia orgánica asimilable por los animales.
En el segundo escalón de la pirámide están los fitófagos o consumidores primarios, animales comedores de plantas. Entre los insectos cabe destacar a grillos, saltamontes y distintas especies de orugas. Entre los mamíferos hay roedores, como el ratón de campo, el topillo común, el lirón careto, el conejo y la liebre. En cuanto a aves (la mayoría consideradas de Interés Especial y exhaustivamente relacionadas en el EIA), cabe mencionar las gallináceas, como la perdiz y la codorniz, alándidas como cogujadas y terreras, palomas como las torcaces y la tórtola común y algunos fringílidos como el pardillo y el jilguero, comedores todos de todo tipo de frutillos y semillas. Mención especial requiere la avutarda, vista también por esta zona en donde busca no sólo plantas para su dieta sino también gusanos, insectos y ratones.
En un escalón más están los predadores o consumidores de segundo orden. Animales encargados de mantener a raya a los prolíficos fitófagos. Su intervención resulta eficaz y necesaria al ser los responsables de mantener el equilibrio ecológico de todo ecosistema. Abubillas, abejarucos, mirlos, ánades, oropéndolas y pitos reales se encuentran entre las aves que consumen mayor número de insectos. Otro tanto ocurre con mamíferos como el erizo, con reptiles como el galápago europeo, el lagarto y las lagartijas y con anfibios como el sapo común o la rana. También entre los propios invertebrados hay verdaderos predadores como es el caso de la libélula, mantis religiosa, el escorpión y las arañas. De los roedores se encargará la lechuza común, el mochuelo común, la estrigiforme más abundante en la zona, así como la comadreja. La culebra de escalera también cazará roedores y pequeños pájaros. El cernícalo vulgar y cernícalo primilla, ya escasos, alimentarán a su prole con insectos, roedores, pajarillos y reptiles. Todavía pueden observarse ocasionalmente sobrevolando los olivares de la zona protegida.
La culebra bastarda, superpredadora, y todavía abundante en la zona, cazará a otros cazadores.
Después, en un estrato superior se ubican los necrófagos o desintegradores, que constituyen el eslabón final de toda la cadena trófica o alimentaria. Este escaño lo suelen ocupar por derecho propio los buitres. En esta zona, como en el resto del ámbito cerealista y olivarero que nos ocupa, carecemos de éstas joyas orníticas, aunque alguna vez hemos observado muy a lo lejos alguna. Su lugar lo ocupan los córvidos. Grajillas y urracas se instalan en el escalón de los necrófagos además del de predadores y fitófagos ocasionales.
Como vemos, tras un estudio detenido de la zona, podemos identificar varios biotopos (olivar, cultivos, sotos y cauces) que interactúan de manera armónica y biodiversa para asegurar el equilibrio ecológico de esta zona protegida. Sólo nos falta que el gran predador que es el ser humano lo reconozca y acepte un desarrollo sostenible y conservacionista generoso. Eso pedimos los que amamos a la naturaleza y somos sensibles a su degradación.
La pirámide ecológica es aquí muy amplia: Los productores primarios (plantas) están formados por el olmo, el chopo, el abedul, el sauce, el almendro, el taray, el rosal silvestre, el majuelo, la retama, la zarza, el junco, las cañas, el carrizo, la espadaña, la esparraguera, las herbáceas (especialmente gramíneas) y, por supuesto, el olivo. Estas plantas permiten crear una cubierta vegetal rica en materia orgánica asimilable por los animales.
En el segundo escalón de la pirámide están los fitófagos o consumidores primarios, animales comedores de plantas. Entre los insectos cabe destacar a grillos, saltamontes y distintas especies de orugas. Entre los mamíferos hay roedores, como el ratón de campo, el topillo común, el lirón careto, el conejo y la liebre. En cuanto a aves (la mayoría consideradas de Interés Especial y exhaustivamente relacionadas en el EIA), cabe mencionar las gallináceas, como la perdiz y la codorniz, alándidas como cogujadas y terreras, palomas como las torcaces y la tórtola común y algunos fringílidos como el pardillo y el jilguero, comedores todos de todo tipo de frutillos y semillas. Mención especial requiere la avutarda, vista también por esta zona en donde busca no sólo plantas para su dieta sino también gusanos, insectos y ratones.
En un escalón más están los predadores o consumidores de segundo orden. Animales encargados de mantener a raya a los prolíficos fitófagos. Su intervención resulta eficaz y necesaria al ser los responsables de mantener el equilibrio ecológico de todo ecosistema. Abubillas, abejarucos, mirlos, ánades, oropéndolas y pitos reales se encuentran entre las aves que consumen mayor número de insectos. Otro tanto ocurre con mamíferos como el erizo, con reptiles como el galápago europeo, el lagarto y las lagartijas y con anfibios como el sapo común o la rana. También entre los propios invertebrados hay verdaderos predadores como es el caso de la libélula, mantis religiosa, el escorpión y las arañas. De los roedores se encargará la lechuza común, el mochuelo común, la estrigiforme más abundante en la zona, así como la comadreja. La culebra de escalera también cazará roedores y pequeños pájaros. El cernícalo vulgar y cernícalo primilla, ya escasos, alimentarán a su prole con insectos, roedores, pajarillos y reptiles. Todavía pueden observarse ocasionalmente sobrevolando los olivares de la zona protegida.
La culebra bastarda, superpredadora, y todavía abundante en la zona, cazará a otros cazadores.
Después, en un estrato superior se ubican los necrófagos o desintegradores, que constituyen el eslabón final de toda la cadena trófica o alimentaria. Este escaño lo suelen ocupar por derecho propio los buitres. En esta zona, como en el resto del ámbito cerealista y olivarero que nos ocupa, carecemos de éstas joyas orníticas, aunque alguna vez hemos observado muy a lo lejos alguna. Su lugar lo ocupan los córvidos. Grajillas y urracas se instalan en el escalón de los necrófagos además del de predadores y fitófagos ocasionales.
Como vemos, tras un estudio detenido de la zona, podemos identificar varios biotopos (olivar, cultivos, sotos y cauces) que interactúan de manera armónica y biodiversa para asegurar el equilibrio ecológico de esta zona protegida. Sólo nos falta que el gran predador que es el ser humano lo reconozca y acepte un desarrollo sostenible y conservacionista generoso. Eso pedimos los que amamos a la naturaleza y somos sensibles a su degradación.
1 comentario:
Bien, bien, me gusta como queda este Majoletas
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