Las explosiones en cuatro reactores de la central de Fukushima I han lanzado al exterior nubes de material, en buena parte radiactivo, alcanzando una altura superior al kilómetro, que se suman a las emisiones controladas de gases radiactivos por el venteo de la contención. Según datos del AIEA, en el emplazamiento se están midiendo dosis de 400 milisievert por hora, algo que irá disminuyendo con la distancia a medida que el material radiactivo se distribuya por los alrededores. La dosis legalmente permitida que puede absorber una persona es de 50 milisievert al año. Ecologistas en Acción convoca un día de acción el jueves 17 de marzo.
El alcance de estas emisiones está aún por determinar, pero lo que sí se está constatando una vez más es el secretismo con el que se manejan habitualmente éstas situaciones.
Hasta ahora no se conocían mediciones de radiactividad fiables en los exteriores de las centrales, lo que no había impedido a las autoridades niponas repartir masivamente dosis de yodo para evitar que la población absorba el yodo radiactivo que proviene de los reactores nucleares. Ni tampoco la evacuación de decenas de miles de personas en un radio de 20 kilómetros, y se ha pedido a los habitantes a menos de 30 km. que no salgan de sus casas. El aumento de la radiación ya empieza a medirse de forma clara incluso en Tokio, aunque por ahora está por debajo de los límites establecidos.
Afortunadamente no todo son malas noticias. Aunque las autoridades han reconocido que el núcleo de Fukushima 1 está parcialmente fundido, parce que la reacción aún no ha vuelto a entrar en criticidad, como tampoco lo ha hecho en Fukushima 3 y el tiempo corre a favor de que se vayan enfriando. Por su parte la explosión en el reactor número 2 sí ha dañado la piscina de condensación, lo que puede afectar al enfriamiento del reactor y al control de la presión. También se ha producido una explosión en el reactor número 4, que estaba parado antes del terremoto. El trabajo de los técnicos está siendo el adecuado hasta el momento así como las decisiones tomadas son correctas hasta la fecha. Si exceptuamos el hecho de instalar 54 centrales nucleares en una de las fallas sísmicas más activas del mundo. Entre las decisiones apropiadas, destacan la evacuación de la población en 20 km a la redonda, la liberación de gases a la atmósfera para reducir la presión de la contención y la inyección de agua de mar para refrigerar los reactores, lo que les dejará inutilizables en el futuro.
Por ahora, la clasificación en la escala INES de sucesos nucleares sigue siendo de 4, dato que ya no se sostiene. Todos los expertos apuntan a que será un 5 con seguridad y posiblemente un 6, en función de los impactos en el exterior de las centrales, ya que el nivel cuatro implica una baja probabilidad de medidas de protección fuera del emplazamiento, algo que ya ha sido superado.
La central de Fukushima I es gemela a la de Santa María de Garoña, como ya se ha informado. Las emisiones de éstos días se han detectado en la central de Onagawa, a 150 km de las explosiones, lo que causó alarma en la citada central por si había en ella escapes radiactivos. Si la central nuclear de Garoña sufriera un percance similar, teniendo en cuenta la dirección noroeste del viento que suele ser la habitual en la zona, el material radiactivo llegaría hasta Zaragoza. El material se iría depositando de más a menos por el valle del Ebro contaminando zonas pobladas como Vitoria y Logroño, en cantidades que solo se conocerán cuando pase mucho tiempo, si es que alguna vez se hacen públicas. En un accidente similar, el de la Isla de las Tres Millas en EE UU, nunca se hizo pública la cantidad de radiación ni la población afectada.
A pesar de todo, la campaña del “lobby” nuclear está siendo especialmente intensa explicando que todo está bajo control y que no hay ningún peligro para la población.
Para Ecologistas en Acción, lo ocurrido en Japón marca un antes y un después para las centrales nucleares. Por ello ha convocado, para el jueves 17 de marzo, un día de acción en Solidaridad con el pueblo de Japón y por el abandono de la energía nuclear. Las convocatorias estan disponibles en http://ecologistasenaccion.org/article20037.html
El alcance de estas emisiones está aún por determinar, pero lo que sí se está constatando una vez más es el secretismo con el que se manejan habitualmente éstas situaciones.
Hasta ahora no se conocían mediciones de radiactividad fiables en los exteriores de las centrales, lo que no había impedido a las autoridades niponas repartir masivamente dosis de yodo para evitar que la población absorba el yodo radiactivo que proviene de los reactores nucleares. Ni tampoco la evacuación de decenas de miles de personas en un radio de 20 kilómetros, y se ha pedido a los habitantes a menos de 30 km. que no salgan de sus casas. El aumento de la radiación ya empieza a medirse de forma clara incluso en Tokio, aunque por ahora está por debajo de los límites establecidos.
Afortunadamente no todo son malas noticias. Aunque las autoridades han reconocido que el núcleo de Fukushima 1 está parcialmente fundido, parce que la reacción aún no ha vuelto a entrar en criticidad, como tampoco lo ha hecho en Fukushima 3 y el tiempo corre a favor de que se vayan enfriando. Por su parte la explosión en el reactor número 2 sí ha dañado la piscina de condensación, lo que puede afectar al enfriamiento del reactor y al control de la presión. También se ha producido una explosión en el reactor número 4, que estaba parado antes del terremoto. El trabajo de los técnicos está siendo el adecuado hasta el momento así como las decisiones tomadas son correctas hasta la fecha. Si exceptuamos el hecho de instalar 54 centrales nucleares en una de las fallas sísmicas más activas del mundo. Entre las decisiones apropiadas, destacan la evacuación de la población en 20 km a la redonda, la liberación de gases a la atmósfera para reducir la presión de la contención y la inyección de agua de mar para refrigerar los reactores, lo que les dejará inutilizables en el futuro.
Por ahora, la clasificación en la escala INES de sucesos nucleares sigue siendo de 4, dato que ya no se sostiene. Todos los expertos apuntan a que será un 5 con seguridad y posiblemente un 6, en función de los impactos en el exterior de las centrales, ya que el nivel cuatro implica una baja probabilidad de medidas de protección fuera del emplazamiento, algo que ya ha sido superado.
La central de Fukushima I es gemela a la de Santa María de Garoña, como ya se ha informado. Las emisiones de éstos días se han detectado en la central de Onagawa, a 150 km de las explosiones, lo que causó alarma en la citada central por si había en ella escapes radiactivos. Si la central nuclear de Garoña sufriera un percance similar, teniendo en cuenta la dirección noroeste del viento que suele ser la habitual en la zona, el material radiactivo llegaría hasta Zaragoza. El material se iría depositando de más a menos por el valle del Ebro contaminando zonas pobladas como Vitoria y Logroño, en cantidades que solo se conocerán cuando pase mucho tiempo, si es que alguna vez se hacen públicas. En un accidente similar, el de la Isla de las Tres Millas en EE UU, nunca se hizo pública la cantidad de radiación ni la población afectada.
A pesar de todo, la campaña del “lobby” nuclear está siendo especialmente intensa explicando que todo está bajo control y que no hay ningún peligro para la población.
Para Ecologistas en Acción, lo ocurrido en Japón marca un antes y un después para las centrales nucleares. Por ello ha convocado, para el jueves 17 de marzo, un día de acción en Solidaridad con el pueblo de Japón y por el abandono de la energía nuclear. Las convocatorias estan disponibles en http://ecologistasenaccion.org/article20037.html
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